Crónica Viaje a La Alcarria por Santi León - CANICROSS GUADALAJARA

Breaking

27 may 2019

Crónica Viaje a La Alcarria por Santi León

Domingo 18, me acabo de acostar en mi cama, fn de semana intenso de dormir poco y mal. Por mi cabeza, desfilan momentos e imágenes entremezcladas, incontroladas, inevitables, imágenes corriendo por parajes de gran belleza, a veces sufriendo y otras relajado y disfrutando, imágenes de pueblos pintorescos donde nunca había estado y a los que había ignorado, otros conocidos pero a los que ahora veo con otra perspectiva, imágenes de grandes personas, algunas conocidas, ahora compañeros y amigos, imágenes de polideportivos bulliciosos y silenciosos, de comidas, cenas y desayunos compartidos entre risas y bromas, de paisajes floreados, de olores y sonidos, de charlas con personas que me transmiten la sabiduría de su edad, de cervezas, licores y risas. Imágenes para recordar y que no quiero olvidar, sensaciones que me hacen reconsiderar y valorar sentimientos dormidos o escondidos, por ello, antes de que el sueño venza al cansancio, decido escribir y compartir esta gran experiencia.

Hoy lunes, vuelta a la rutina y la locura del trabajo, ya estoy en O Corgo, o mejor dicho, estoy en este hotel del interior de la provincia de Lugo donde suelo parar, en la cafetería, observo en el suelo una raya roja, indica a un lado Café en O Corgo y al otro Café en Láncara, tengo un pie en cada pueblo, vuelvo a estar dividido, soy un alcarreño en Galicia recordando el camino que hizo un gallego en su viaje a la Alcarria.

Todo empezó hace varios meses, Álvaro, vicepresidente del club canicross, nos pasa información sobre la primera edición del reto Viaje a la Alcarria que organiza el club maratón, fin de semana con cuatro etapas, casi doscientos kilómetros hechos por relevos de equipos de cuatro componentes. En muy poco tempo ya están formados dos equipos del club, en uno, Álvaro, Chicharro, Paco y Juanvi, en el otro, Pilu, Miguel Pariente, Nacho y yo. Miguel no es socio del club, es amigo de Chicharro. A unos cuantos les echa atrás el ritmo que se pide para participar, después me entero de que Miguel Sagüillo y Berta han hecho otro equipo con dos paisanos marchamaleros, Conchi y Vitín. A pocos días del reto, Álvaro se cae de la lista, le han convocado a pitar los play off de ascenso a segunda división de baloncesto y coincide con el mismo fin de semana. su lugar es ocupado por Quique, socio del club maratón. En definitva, vamos a ir tres equipos, ninguno de ellos completo por socios del club, aunque ahora pienso que casualidad o no, este era uno de los objetivos del reto, la unión y fraternidad de personas compartiendo una actividad, sin competir, ayudándonos y cooperando, sin dejar nunca a nadie atrás. Felicidades club maratón, lo habéis conseguido.

El sábado 11 de mayo, nos encontramos casi todos los partcipantes por primera vez juntos en la reunión informativa, la sala del San José se va llenando, yo he llegado de los primeros y ocupo la primera fila, a mi espalda se sienta Juanpe, nos saludamos, hace tempo que no coincidíamos, parece ser que es uno de los culpables de que estemos allí. Ana presidenta del club maratón y Gaspar director técnico de carrera hacen una buena presentación del reto. Mis sensaciones mejoran, queda claro que el objetivo es que todos lo consigamos, que vamos a ir juntos, que los tempos y horarios no son una prioridad, que vamos a estar bien cubiertos y seguros. Gaspar se ocupará de los ciclistas que nos escoltarán y guiarán, Juan Pablo del autobús, Bea de los avituallamientos y Vicente Plaza con dos vehículos de la agrupación de protección civil de Guadalajara, agrupación de amplia experiencia que nos acompañará día y noche. Gaspar nos cuenta que en septiembre un grupo de socios del club hicieron el recorrido y la sensación es que todo está preparado y no habrá improvisaciones.

El viernes 17 amanezco en el país Vasco, desayuno y doy un temprano paseo por la playa de Zarautz, a mi alrededor, playa, mar de agua y de edificios, montes verdes y muchos coches en la carretera. A la hora de comer estoy en casa preparando el equipaje, a Lourdes, apenas la veo, salvo el momento en que me lleva a la convocatoria, junto al palacio del Infantado, hace algo de frío y se marcha antes de la salida. Nuevas sensaciones me embargan, por un lado, la tranquilidad de no haber intervenido en nada relativo a la organización, me limito a saludar a compañeros del club, conocidos, autoridades del Ayuntamiento de Guadalajara, Diputación y algún alcalde que está por allí. Nos entregan el dorsal con el nombre de nuestro equipo, dorsales bien trabajados que serán un bonito recuerdo.


En el ambiente se nota algo de tensión, impaciencia y nerviosismo por el comienzo del reto, todo ello desaparece con las sesiones de fotos, primero junto al arco del Ayuntamiento, después junto al de Diputación, fotos que se irán repitiendo en todas las plazas de los pueblos del viaje, delante de los ayuntamientos, Gaspar sabe hacer bien las cosas y cuidar estos detalles.


Y comienza el reto, foto en los hinchables junto al Infantado, trote hasta Ayuntamiento, foto, trote hasta Diputación, y todos juntos hasta las pistas de atletismo, allí primera despedida a los compañeros del primer relevo y el resto al autobús. Parada en el cruce de la peña Hueva, de allí a Valdenoches, en el parque de la calle Real, hasta allí van varios coches de familiares, no me fijo si hay alguien del pueblo, aquí se realiza el relevo y avituallamiento. Relevos y avituallamientos, que a medida se van produciendo, van ganando en intensidad, entusiasmo, aplausos, cánticos y apoyo, donde se nota que va aumentando la unión y amistad que se ha producido en el grupo, y al decir grupo, hay que incluir además de los participantes, a organizadores, voluntarios, ciclistas, protección civil e incluso al chófer del autobús.

El segundo relevo es tendencia subida hasta Torija, acabando en la plaza junto al castillo. Torija es un pueblo vivo, la cercanía a Guadalajara, su polígono, la autovía y su castillo museo, hace que por la plaza estén deambulando algunos visitantes, en el bar de la plaza, Chicharro celebra su cumpleaños con algunos amigos, cumpleaños que durará todo el fin de semana y que unas cuantas veces cantaremos y celebraremos. Cuando se divisan los ciclistas que encabezan el grupo, desde el castillo, vemos que destacado unos metros, va a la cabeza Nacho, que a modo de aperitivo del cachondeo que tendrá durante todo el reto, da una vuelta a la rotonda, vuelta que imitan el resto del grupo y provoca las risas de todos los que observamos la escena, van tan sobrados que dan la vuelta al ruedo.

El tercer relevo es a priori el más asequible, recorrido llano hasta Fuentes de la Alcarria, sin parada intermedia de autobús, pueblo en el que nunca había estado, llama mi atención la monumental vista desde la carretera, casas colgadas en lo alto de un barranco, dispuestas a lo largo del mismo, parece que solo hay una calle, todas las casas mirando al abismo por donde transcurre el río Ungría. Nos dirigimos a la plaza Nueva, es pequeña, sorprende el mirador, el cementerio en plena plaza, donde junto a su puerta se encuentra también la de chiqueros de los toros para las festas, hay un bar que sirve para todo, por allí, hay varios vecinos, me dirijo a interrogar a varias señoras, me cuentan que no llegan a la veintena los habitantes, casi todos muy mayores, que allí no tienen alcalde, es una pedanía de Brihuega, el día de las elecciones, irán hasta allí en autobús a votar y que en verano, esta todo mucho más animado. Empiezo a calentar, la cuarta y última etapa del día es la mía.


Comienza mi tramo y al final de la calle, hay una bajada algo peligrosa, por una senda, es estrecha, esta medio oculta por la maleza y ortigas, me quejo de picores en los gemelos, no soy el único, mal de muchos consuelo de tonto, al llegar abajo nos reagrupamos para subir por el otro lado del barranco, los dos ciclistas que nos preceden no esperan, aun así, durante la subida los adelantamos, esta senda esta mejor, transcurre por zona boscosa y nos permite disfrutar del paisaje, desde el mirador de Fuentes, oímos a los compañeros que nos animan, la vista de nuestro grupo es una fila serpenteante de camisetas naranjas. El resto de la ruta, transcurre por caminos donde destaca el verdor del cereal a medio crecer, hasta llegar a un fantástco mirador, donde es casi obligado parar, lo hacemos para agruparnos. Allí, alguien comenta que es la vista más bonita de la Alcarria, otro le replica que se nota que es tu pueblo. Desde allí se divisa Brihuega y su comarca, una de las fotografias que guardo en mi archivo mental, pese a haber estado muchas veces en este pueblo, nunca había subido hasta allí. En la plaza, nos recibe mucha gente junto al arco del Ayuntamiento.


Alegría por haber acabado con éxito la primera etapa, que además ha resultado más cómoda de lo esperado, entre el público nos esperaba Gustavo, el presidente del club canicross y su hija Paula, después de algo de duda, decidimos no ducharnos e ir a un bar cercano a tomar unas cervezas donde volvimos a cantar el cumpleaños a Chicharro, más que nada, obligados mientras pagaba.

Después toca instalarnos en el polideportvo, Paco me facilita el hinchado de mi colchoneta de matrimonio, junto a la cual se instala Juanvi desplegando una minúscula alfombrita que le hago recoger y al que invito a compartir cama conmigo, eso sí, cada uno en su saco.

La cena es en la hospedería Princesa Elima, entre lo poco que comí, el relax del primer objetivo cubierto y lo tarde que es, tengo bastante hambre. El restaurante es acogedor y la cena buena, Paco me asombra de lo que come con la mitad de cuerpo que yo, repite ensalada campera, carne estofada y se come su postre y la mitad del de Pilu. De vuelta al polideportvo, hay que ir pensando en dormir, pero antes, Nacho y Juanvi empiezan a estar en su salsa, sacan un par de copas y dos botellas de pacharán, una muy buena y la otra huele y sabe raro, los que la prueban arrugan la cara y dicen que puede que lleve naranja, yo doy cuenta a una copita del bueno, por nuestra zona se van acercando compañeros, ofrezco la copa a Vitín, ¿Qué es?, pregunta, tu bebe que esto es bueno y natural, de un trago acaba con la copa, hace un gesto de aprobación y sigue su camino. Me tumbo a intentar dormir, es ya la una y los dos fantásticos deciden enredar por el polideportivo con las copas y el pacharán.

Hago un alto en el relato, son casi las ocho de la tarde del lunes y tengo los gemelos cargados, que digo, todos los músculos de las piernas cargados, salgo a dar un paseo por el bosque de los alrededores del hotel, hay un recorrido de cuatro kilómetros al que suelo dar dos vueltas corriendo, es exigente con una cuesta importante, transcurre por caminos de pinares, helechos, eucaliptos, prados muy verdes con hierba muy alta, pequeños huertos y cuatro casas de una aldea, Herrería se llama, es un paisaje muy distinto al de nuestra Alcarria. Al pasar por Herrería, me encuentro con un paisano, Manuel, 82 años, estoy un buen rato charlando con él, hablador soy, pero solo he dicho mi nombre y seis preguntas de vez en cuando para cambiar de tema de conversación. Manuel es un hombre pequeño, de rostro amable, pantalón de pana, chaqueta y camisa desgastadas, es viudo, tiene un hijo que trabaja en Lugo, dos casas, varios huertos, pinares, tres cochos que cría cada año, gallinas, mucha leña para la chimenea y el horno, dos grandes congeladores repletos, vino propio, pensión mínima y dos operaciones de hernia. Habla sin parar, me pone al día de la obra y milagros de todos sus vecinos y después de declinar su invitación a tomar algo, y quedar en hacerlo en mi próxima visita por la zona, continúo mi camino. Tengo la sensación de ser afortunado, la semana pasada recorriendo la provincia de Guipuzkioa, el fn de semana la Alcarria, esta, en Lugo, y la próxima me espera Asturias.

El sábado era el gran y temido día del reto, sesión doble mañana y tarde, mis sensaciones son que ha sido una noche muy corta, que no he descansado lo suficiente y que voy a pasarlo mal hoy, tengo miedo de no estar lo suficientemente preparado para la sesión de la tarde.

A las seis y media nos tocan diana, después de recoger el campamento en el polideportivo, bajamos a desayunar en la hospedería, buen desayuno complementado con el bizcocho que ha traído Pilu y del que no ha quedado ni la caja.


 Gaspar nos explica la ruta de la mañana y a las ocho y media sale el primer relevo camino de Villaviciosa de Tajuña, nosotros con el autobús les esperaremos en Yela, durante el viaje, cruzamos campos de lavanda que ahora están verdes, habrá que volver en julio para ver estos sembrados en flor en su máxima belleza, como hacen muchos madrileños.

En Yela, el avituallamiento y relevo es en la plaza de la Olma, olma que describe don Camilo en su viaje y que con más de doscientos años la grafiosis mató, ahora en su lugar hay otra joven olma, de tres o cuatro años plantada, a la izquierda está la iglesia románica Nuestra señora de los Llanos, a la derecha un escenario que parece dispuesto para dar misa, por el fondo de la plaza aparecen dos señores, con ramas recién cortadas con las que empiezan a decorar el frontal del escenario, según me cuentan, hay una romería en honor de la virgen y cuando hace viento fresco se celebra allí. Aprovecho para interesarme como vive la gente en ese pueblo. Yela es una pedanía de Brihuega, viven habitualmente una veintena de personas, ellos dos, están jubilados y viven en Guadalajara y Alcalá, pero la mayoría de los fines de semana los pasan allí. Me cuentan que están abandonados, que los políticos y autoridades solo se acuerdan de Yela cuando hay elecciones, después nada de nada.

El segundo relevo es el mío, salimos del pueblo, se sale por una senda con tendencia bajada de unos dos kilómetros entre un bonito bosque que de vez en cuando en lugar de setas, cría fotógrafos de la organización, distraen mi deleite y disfrute por la carrera preguntándome como habían llegado hasta allí. Después de cruzar una carretera vigilada por protección civil continuamos por otra senda y caminos rodeados de cereal y casi sin darnos cuenta, llegamos a Valderrebollo, municipio con otra veintena de habitantes, que creo estaban casi todos allí esperándonos en el avituallamiento, vamos a muy buen ritmo y paramos poco tempo, tenemos ganas de llegar a Masegosa, Gaspar nos había chivado que allí habría almuerzo consistente, antes de llegar, se ve una chopera junto al Tajuña, varios vehículos y media docena de personas alrededor de una mesa, voy a la cabeza del grupo y al pasar junto a ellos, son pescadores, todos uniformados con traje de camuflaje, la mesa está repleta de viandas y vino, que buena pesca estáis teniendo, nos apuntamos, nos animan y aplauden, cruzamos el Tajuña y entramos en Masegosa, al subir a la plaza, observo que los compañeros están más pendientes del almuerzo que de nuestra llegada, no tienen manos para aplaudir, en una la cerveza y en otra el bocadillo de jamón, queso, lomo, y otras cosas. Pero vamos, que a ninguno nos importa, tardamos poco y menos en apuntarnos al convite, pero con ración doble, que la sesión de la mañana está hecha.

Próxima parada del autobús Moranchel, llama mi atención un sembrado en el que hay una fla de señores sentados en pequeños taburetes, alguien me comenta que están plantando lavanda. Al bajar del autobús, me acerco a un cartel informativo de Diputación, donde se lee entre otras cosas que Moranchel es una pedanía de Cifuentes en la ruta de la Lana y que tiene 140 habitantes, subimos por la calle que conduce a la plaza, muchas casas están construidas sobre roca, y debajo de la roca tienen unas escaleras con pequeñas puertas que conducen a bodegas. En la plaza están disponiendo el avituallamiento, junto a dos jóvenes compañeros me dirijo hacía el camino de Masegosa, por donde vendrán los corredores, a la salida del pueblo, se acerca desde el camino un paisano, jubilado, con el que charlamos, cuando nos dice que son cuarenta habitantes, le pregunto que como es posible que en el cartel ponga 140, con una sonrisa me dice que eso es en verano. Al preguntar por las bodegas, comenta que casi todos los vecinos tienen y hacen vino, él también, me animo y le digo que nos invite a probar su vino, primero me dice que es muy temprano para beber, cuando le contesto que nosotros hemos desayunado a las siete, que ya es hora buena para aperitivo, nos invita a su bodega. En ese momento aparecen por el camino los ciclistas que encabezan el grupo, agradezco la invitación y lo dejamos para otro día.

De Moranchel a Cifuentes, el autobús aparca en la plaza de la Balsa, donde se hará el último relevo de la mañana, es curioso, después de tantas veces que he estado en este pueblo, nunca la había visto, mientras espero, decido meter los pies en la fuente del nacimiento de la Balsa, agua fresca y cristalina que me deja nuevo, tanto que incluso me planteo en doblar y continuar corriendo hasta el final de etapa, pero la visión del perfil y distancia del tercer tramo me hace ser prudente y continuar en el autobús. La organización ha reservado parte del almuerzo para los componentes que acaban de hacer este tramo, los pobres apenas comieron nada en Masegosa.

Después, el autobús hace una parada rápida junto a la carretera en Gargoles de Arriba, sin entrar en el pueblo, para ver pasar a los compañeros por un pequeño puente que cruza el río Cifuentes y sigue por una senda.

En Trillo, al pasar el puente del Tajo, nos esperan autoridades municipales, reconozco a Marta, concejala de deportes, a la que saludo y con la que charlo un rato, junto a la fuente, hay un puesto de unos apicultores, que nos obsequian en una mesa con aperitivo, vino, gaseosa y tostadas con queso freso y varios tpos de miel. Agradezco el detalle y les compro varios tarros y un dulce que tiiene muy buena pinta y que todavía no he probado. La comida es en la terraza del restaurante que está junto a las cascadas, hace una temperatura ideal para estar allí.

A las dos y media empieza la tercera etapa del reto, de Trillo a Sacedón, más de 62 kilómetros, y más de 1.600 metros de desnivel acumulado, los cuatro tramos son respetables y el tercero, el que yo haré es el que pinta más duro. La salida es desde la terraza donde hemos comido, cruzando la pasarela al pie de las cascadas del Cifuentes, los primeros cuatro kilómetros son os más duros y suben hasta la base de las tetas de Viana, este recorrido es el más corto con doce kilómetros y con final en la Puerta. El autobús aparca a la entrada del pueblo junto al arroyo de la Solana, la mayoría de los compañeros se dirigen a la plaza, yo me quedo en el arroyo, me descalzo y meto los pies en el agua, en ese punto, hay un paso de carruajes y no cubre más de una cuarta, carruajes que no pueden pasar por el pequeño, estrecho y bonito puente medieval con arco semicircular con un ojo y una barandilla de piedra muy bonita. El puente conduce a un camino que va a Viana, por donde vendrán nuestros compañeros. Decido cruzar el arroyo y andar en solitario medio kilómetro a esperar el grupo, sentado en una piedra, disfruto de un rato de soledad, es una sensación nueva, escucho las hojas en los árboles, el canto de los pájaros y la paz que reina en ese paraje, al rato viene Nacho por el camino, casi ni hablamos y continúa hasta la siguiente curva, allí espera y hará lo mismo que yo, entrar en la Puerta corriendo con el grupo. Al unirme a ellos, les intento convencer de que el puente tiene peligro de derrumbe y que pasen por el paso de carruajes del arroyo, dos de ellos lo hacen. En la plaza, solo estamos nosotros, no hay nadie del pueblo, que solo tiene dos calles paralelas y separadas por otro arroyo canalizado, junto a la plaza hay una iglesia que según indica un cartel es románica del siglo XII, charlo con dos señoras que vienen por el otro lado del canal, comentan que hay muy pocos habitantes y que están todos de comunión, por eso no hay nadie en la plaza, ellas viven fuera y están de visita.

El segundo relevo es de más de 16 kilómetros, nosotros vamos a esperarles a Mantel, hasta allí tardarán en llegar, es el kilómetro diez, mientras cruzamos el pueblo, me sorprende lo bien arreglado que están las calles y casas, en la plaza el avituallamiento ya está montado, no se ve a nadie del pueblo, parece fantasma, puertas y ventanas cerradas a cal y canto. Seguimos la calle por la que van a llegar los compañeros, hasta otra plaza donde hay un parque infantil, un lavadero reformado, fuente y una picota con una leyenda interesante, un cartelón promocional donde destaca una bonita cascada, un poco más adelante, una especie de auditorio semi cubierto, frontón, pista de futbol sala y un museo de la miel. Vitín comenta que es un derroche el tener esas instalaciones infrautlizadas. Por el camino aparece el señor alcalde, don Julián Rebollo, conocido por algunos compañeros, dio clases a Chicharro en el Brianda y coincidió con Conchi en la escuela de adultos. Julián es un jubilado de 76 años, de aspecto bonachón, viene de plantar en el huerto 18 tomateras, y por la mañana otras 14 que son 32 más 4, 36. Después de hacer esta cuenta, que no se entiende bien, y además, me da que no se ha herniado, nos critca porque parecemos deportistas de pasarela, mucho vestuario deportivo y poco deporte. No tiene claro en que consiste el reto, no escucha y no para de hablar en voz potente para ser oído por todos, se nota que no tiene muchos vecinos a los que dar el mitin y ver a tanta gente a su alrededor hace que se suba a la tribuna. Nos cuenta que en el pueblo hay cuarenta habitantes y dos candidatos a alcalde, bromeamos con esto y la posibilidad de empate, cosa que parece no preocuparle. Nos cuenta que la cascada tiene agua todo el año, que la fuente se nutría de un manantial natural, pero que hace años, alguien hizo un agujero para su limpieza y se lo cargó. Después de solucionar los problemas del pantano, de la Alcarria y de España, le tocó el turno a Trump y a la iglesia, contando los traumas que le produjeron los seis años que de niño estuvo en el Safa de Sigüenza, gesticula y golpea repetidamente a Conchi, la cual supongo que tendrá algún moratón en el hombro. Mientras nos daba la charla, se acercó sigilosamente otro anciano que se situó a mi lado, de aspecto agradable, sonrisa amplia y voz dulce, se limita a asentir afirmativamente con la cabeza toda as historias del alcalde, cuando explicamos en que consiste el reto, el hombrecillo comienza a contar la segunda visita de don Camilo al pueblo, le interrumpo y pido silencio a la gente para que la cuente, “llegó a la plaza en un mercedes, el chofer era una negra, se bajó del coche, preguntó si había bar, y como se le dijo que no, se volvió a montar y se marchó”. Pienso que menos mal que en su libro dijo que los dos mejores alcaldes de la Alcarria eran el de Montel y el de Pastrana. Cuando pasan los compañeros corriendo en grupo junto a nosotros, el alcalde se disculpa por la crítica que nos había hecho de deportistas de pasarela, y mientras nos dirigimos a la plaza a saludar a los recién llegados, Vitín que no comulga polítcamente con el alcalde, me muestra su desacuerdo con muchas de las cosas que ha dicho, pero mejor no discutir.

De aquí nos dirigimos a Chillarón del Rey, donde se realizará el siguiente relevo, el mío. Otro bonito pueblo resguardado de una pared por la que tienen que bajar los compañeros, tampoco alcanza la centena de habitantes, camino de la plaza hay dos bares abiertos, uno de ellos con una terraza llena de mesas y sillas, suficientes para todos los habitantes de la localidad, caliento un poco y después de visualizar el perfil, tengo claro que los primeros tres kilómetros que son de subida fuerte los voy a hacer muy tranquilo, el tramo son dieciocho kilómetros y más de quinientos metros de desnivel acumulado.

Comienza mi tercer tramo, pronto ocupo las últimas plazas del grupo junto con otro amigo, voy alternando el correr y andar y voy alternando la última y penúltima posición, siempre a nuestro lado, el monstruo de la jornada, un joven de veintidos años del club maratón , que se ha hecho dos etapas por la mañana y se hará tres por la tarde, en total más de setenta kilómetros, va siempre trotando acompañando al que va el último, su presencia es importante para nosotros, no habla nada, pero de alguna manera nos empuja y ayuda a subir las cuestas de esos primeros kilómetros. También hay que destacar a Juanpe, que va y viene interesándose por los últimos. Al llegar arriba, nos están esperando el resto del grupo, a partir de ese momento, disfruto bajando a buen ritmo en compañía de Paco, que no para de animarme, al llegar a Alique, otro pueblo de gran belleza que tiene dieciocho habitantes, hay que bajar al río y después subir a la plaza, en la bajada Paco se detiene a saludar al que fue su antiguo jefe, dueño del taller donde trabajaba en Madrid, que pequeño es el mundo. En la pequeña plaza, preparado el avituallamiento, hay mucha gente, a modo de agradecimiento, Gaspar pide hacernos todos una foto con el personal del pueblo, foto que quiero ver, a mí que había más de dieciocho habitantes. Salimos hacia Pareja, el recorrido es muy bonito y casi todo tendencia de bajada, cuando nos acercamos al pueblo, media docena de chavales nos animan. En la plaza, mucha gente, me cuentan que Nacho y Juanvi la han liado con la sidra, incluso han hecho ir a su casa a por varias botellas al alcalde Javier del Rio. Ya solo nos quedan cuatro kilómetros, tres de ellos de subida a Casasana, Paco me anima a que lo haga corriendo todo, me parece que no, hago lo mismo que la mayoría, casi todo es por senda donde vamos en fila, si el de delante anda, todos los demás también. Casasana no se ve hasta que no has llegado, es una pedanía de Pareja con una veintena de habitantes, en la plaza nos espera medio pueblo, todos ellos muy mayores, me comentan que se conservan muy bien allí arriba, por el frio.


La cuarta etapa es de Casasana a Sacedón, pasando por Córcoles, otro tramo de casi diecisiete kilómetros y más de trescientos metros de desnivel, debido al retraso, todos los que lo van a hacer van provistos de frontal. Aunque la intención del autobús es ir directos a Sacedón, hacemos una parada pequeña en Córcoles para que se baje un amigo que se unirá allí al grupo, Nacho complaciente conmigo, aprovecha la corta parada para abrir otra botella de sidra y me pueda tomar un par de culines. En Sacedón, soy de los primeros en la ducha, agua fría y poca, parece mentira que el pantano esté tan cerca, solo hay tres duchas, pero mejor utilizar dos, mientras me seco, parece que empieza a salir el agua caliente, aunque sigue siendo poca, nos instalamos en el polideportvo y Juanvi se ocupa de hinchar el colchón, yo me bajo a la plaza con Quique y otros dos amigos, allí, todo preparado para recibir a los componentes del último tramo de la jornada, bastante gente y otro arco hinchable.


 Toca tomar una cerveza en el bar de la izquierda, estando en ello, el revuelo nos indica que se acercan y salimos a animar, aunque todavía hay algo de luz, vienen todos con los frontales encendidos. Mientras los recién llegados se van a la ducha y antes de cenar, Quique propone tomar otra cerveza en el bar de enfrente, en el España, en el que hay mucha animación y gente, tercio en mano brindando, aparece uno de los amigos, jefe de un departamento de la Mahou, que señalando la cerveza que porta otro amigo suyo del club maratón, que también trabaja en la Mahou, le recrimina medio en broma medio en serio el que esté tomando cerveza de la competencia, yo intento salvar la honra de este, argumentando que la culpa es de Quique ya que es el que ha invitado a la cerveza y del comercial de la zona por no haber vendido cerveza en el bar España, el jefe, para intentar quedar bien, que tampoco, pide vino, que en el fondo también es competencia. A partir de este momento, esta anécdota dio pie a mucho cachondeo en el grupo, tanto desde el club maratón como desde el canicross, bombardean a ambos para que Mahou sea patrocinador de los dos clubes y para organizar una excursión guiada a la fábrica. De vez en cuando, los camareros llevan a las mesas unos bocadillos de barra entera, pero lo que hay en el centro supera en anchura la barra, sobre la parte superior del pan, dos banderitas de España. Después de una amigable charla y otra ronda vamos a cenar al restaurante Pino. Comparto mesa con un grupo de voluntarios y ciclistas, uno de ellos me reconoce como vecino del barrio, esta prejubilado y su gran pasión es reparar aparatos antiguos, tiene el garaje lleno de repuestos y piezas perfectamente clasificadas, la cena no es muy allá, pero no importa. De vuelta al polideportvo, voy charlando con José Luis, ambos coincidiremos en la tercera etapa del domingo, nos ponemos de acuerdo y trazamos un plan para ese recorrido. Es curioso, a esas alturas tengo la sensación de haber hecho muchos amigos, uno de los objetivos del reto era la convivencia, objetivo conseguido, pero después de largas charlas con muchos de ellos, compartir tanto y de forma tan intensa, no se los nombres de la mayoría. Para estas alturas del reto, los grandes animadores del grupo eran Nacho y Juanvi, cuyas gargantas empiezan a acusar tanto grito, ánimo, cachondeo y canciones, en el polideportvo, antes de dormir, nos dan una serenata con un bombo.


Como han acabado con el pacharán, abrimos la botella de licor café gallego que yo había llevado, con una copa en mano y la botella doy la vuelta al ruedo al polideportvo, muchos se animan a probar, al acercarme a Vitn, coge la copa y pregunta si es lo mismo que la noche anterior, nooo, pero es natural y bueno, tú bebe, y se lo bebió todo de un trago, hizo un gesto de aprobación y continué con la vuelta hasta acabar con la botella. Y a dormir que es más de la una, igual que la noche del viernes, poco y a ratos. 



A las cinco menos diez me despierta el ruido de la lluvia en el techo del polideportvo. A las seis me levanto, soy de los primeros, observo a Pilu y Paco, que están en la colchoneta a mi lado, una buena fotografia llena de ternura, cada uno en su saco, hechos un cuatro, pegados, Pilu apoya su cabeza en la espalda de Paco, durante todo el fin de semana he visto entre ellos unas cuantas escenas de cariño y amor, espero que les dure mucho. Salgo a la calle, estoy viendo empezar a clarear un día que parece va a ser estupendo.


Hago un alto en mi relato, son casi las doce de la noche, me apetece tomar una copa antes de ir a la cama, sigo estando entre O Corgo y Láncara, desde hace un buen rato, en la barra del bar, tres operarios de la fábrica de leche Río con su mono azul, fábrica que está enfrente del hotel, están de charla animada y un poco escandalosa. Mientras la camarera me prepara la copa, la piden una segunda ronda y que apague las luces del porche, donde está la terraza del bar, se salen allí, y me intereso por lo que parece es habitual, son operarios que han entrado en el turno que empieza a las once, son las doce y media, el bar cierra a la una, ahora entiendo porque por la mañana hay copas en la terraza, esto es España, cualquier día hacen huelga por estrés en el trabajo. A la mañana siguiente, los vasos siguen en la mesa de la terraza, lo que indica que a la hora del cierre seguían allí, y en el cenicero, hay quince colillas de cigarrillo.

Después de desayunar de nuevo en el restaurante Pino, toman la salida los del primer tramo del domingo, hoy hay mucha gente dispuesta a hacer doblete, en esta primera también y eso que a priori es la más dura. Hay algunos socios del club maratón que participarán solo hoy, de hecho uno de ellos se hizo las cuatro etapas, un maratón, también se animarán a correr algunos voluntarios y ciclistas, por todo esto, en todos los tramos del día irán muchos más participantes de lo normal.


 En el autobús, hacemos primera parada en el mirador de la presa del pantano de Entrepeñas, desde allí, veremos al otro lado de la presa pasar a los amigos por el camino, cuando lo hacen, nos saludan al oír nuestros gritos, Nacho y Juanvi, como no, se salen del grupo, suben a un pequeño montículo y nos hacen un calvo. El final de este tramo es en Auñón, no hay pueblo intermedio, en el autobús, charlo con Nora, que se interesa por Lourdes y por el trabajo de mi hija, ella es una de las muchas que ha colaborado prestando sus huellas, cuando llegamos a la plaza mayor, junto a la iglesia, como siempre, ya está montado el avituallamiento, Auñón tene unos ciento cincuenta habitantes, tengo la sensación de que en su día fue un pueblo importante, tene muchas casas. Desde la plaza hay un mirador con buenas vistas, muy próxima la carretera de aSacedón, por donde he pasado infnidad de veces y nunca había estado en este pueblo. Se produce el segundo relevo y aquí son más los que se animan a correr. Antes de subir al autobús, vemos la tremenda subida que están haciendo los amigos, los ciclistas que habían salido antes, parece que están clavados, de hecho, adelantados por algún corredor.

Este tramo, tiene avituallamiento en Alhóndiga, otro pueblo similar a Auñón, aquí, Nacho coge una de las bandejas de galletas que Chicharro trajo para celebrar su cumpleaños, las reparte en la plaza entre los niños que hay por allí, son algo más de las diez y hay bastante ambiente en la plaza, el día se ha despejado y empieza a hacer calor. De aquí nos dirigimos a Fuentelencina, en la plaza no hay nadie, desde un gran ventanal en una casa junto al ayuntamiento, nos observa una señora mayor, está sentada cómodamente. Junto a la plaza, hay otra más pequeña donde está la iglesia, todo muy arreglado y limpio, la iglesia es pequeña y bonita por fuera, empiezo a calentar, el ambiente caida vez es más festivo, en el centro de la plaza hay una fuente y un pilón, donde hay quien empezó metiendo los pies y acabó haciendo un par de largos. Nacho y Juanvi la lían reivindicando por enésima vez los churros, porras y ahora también los torreznos. Observo que hemos atraído la curiosidad de la señora que ahora se encuentra de pie asomando medio cuerpo por el ventanal.


Poco antes de dar la salida al tercer tramo, el mío, José Luis y yo advertimos a todos los que van a salir con nosotros que está prohibido adelantarnos, el que lo haga, recibirá una colleja, el recorrido es por buen camino, tendencia bajada y se hace muy fácil, el grupo es muy numeroso y se lo han tomado en serio, nadie nos adelanta, a mitad de tramo, en un cruce de caminos nos espera el avituallamiento, paramos poco y sigo encabezando el grupo, me encuentro fenomenal, incluso me planteo continuar y hacer también el cuarto tramo, de vez en cuando tengo que aflojar la marcha para que nos reagrupemos, y así hasta Valdeconcha, donde José Luis y yo somos los primeros en entrar. Aunque mi sensación es continuar, decido no forzar y subir al autobús, de todas formas, tal y como estaba previsto, el último kilómetro de la ruta lo haremos todos.

Al llegar a Pastrana, nos dirigimos a la plaza de la Hora, junto al palacio Ducal, hay buen ambiente, arco hinchable, la espeaker, que ha hecho toda la temporada de canicross está animando al público, un grupo de dulzaineros recorren la calle principal y le seguimos bailando mientras nos dirigimos a la salida del pueblo, por donde tienen que venir los amigos de este último tramo, mientras esperamos, el grupo se va haciendo más numeroso, se van incorporando todos los voluntarios, organizadores, ciclistas y Ana y sus chicos del avituallamiento. Varios socios del club maratón traman echar a Nora a la fuente de la plaza, comenta que es la única que no ha ido al pilón, otro les quita la idea, no por ella, por su ropa, Nora no sabe lo cerca que estuvo de darse un baño. José Luis y yo, en vista del éxito que tuvimos en nuestro tramo, proponemos que nosotros Berta y Ana, encabecemos el grupo, así habrá paridad. En el reto ha habido pocas chicas, pero las que han estado no han sido un lastre, todo lo contrario, de hecho en mi equipo, Pilu ha hecho las etapas más duras.

Y llegó el momento de hacer el último kilómetro, el grupo es muy numeroso, todos los participantes con la camiseta morada y los organizadores y voluntarios amarilla. Mientras vamos subiendo a Pastrana lo hacemos cantando y alegres, antes de llegar, se llama a todas las chicas a encabezar el grupo, al llegar a la plaza de la Hora y pasar bajo el arco, hay mucho público, ruido, gritos, alegría, abrazos.


Busco a Lourdes y la veo junto a una de las patas del arco, está visiblemente emocionada, las lágrimas la tienen paralizada, la abrazo y se acercan los amigos del club a animarla, repite varias veces a todos que el año que viene no se lo pierde.

Después de un rato, nadie se mueve, seguimos felices, llega el momento de celebrar, entrega de medallas por equipos, todos somos campeones, todos los equipos hemos completado el reto, agradecimientos a autoridades y patrocinadores, Ana, la presidenta del club organizador, visiblemente emocionada es la maestra de ceremonias. El alcalde local Ignacio Ranera parece feliz y encantado por acoger el final de este primer reto y nos espera el próximo año. Por parte de la Diputación, está el diputado y alcalde de Yebra Juan Pedro Sánchez, en su intervención también valora como éxito la iniciativa del reto del viaje a la Alcarria y el compromiso de Diputación de apoyar estas actividades. Teniendo en cuenta que el próximo domingo son las elecciones municipales, ya veremos si repiten. Ana va llamando a los equipos para subir al pódium como campeones, los dos del club canicros lo hacemos juntos.


Cuando el acto parece terminado, Nacho se hace con el micro y promueve el que todos los participantes de morado, hagamos pasillo a la organización, voluntarios y ciclistas, pasillo emotivo y de agradecimiento por nuestra parte, ha sido un fin de semana intenso, maravilloso, organización de diez, Gaspar y todos los voluntarios se han vaciado y desvivido para que todo salga perfecto, si ha habido algún fallo, yo no lo he visto, y si lo ha habido, hay que subir la nota, porque yo no lo he apreciado . Todos ellos pasan alegres por nuestro pasillo, chocando las manos con nosotros, al acabar, alguien indica a Nacho que no se olvide de los chicos de protección civil, con los que hacemos lo mismo.


La organización ha habilitado un local en el interior del palacio para comer la paella, un operario me cuenta que ha preparado ciento veinte sillas, no son suficientes, hay que poner unas cuantas más, la paella esta estupenda, mejor de lo que me suelen saber en este tpo de eventos, al menos esa es mi sensación. Es momento de compartir la experiencia con nuestros familiares que han venido a recibirnos, de contar anécdotas, de disfrutar del reto conseguido y en estos momentos, no hay dolor ni cansancio.


Durante el camino de vuelta a Guadalajara, el sueño, cansancio y relax nos vence, aunque viendo la foto del autobús, a todos menos uno, los más jóvenes y atrevidos aún tendrán fuerzas para ir a la festa final por la tarde, a dar cuenta de los dos barriles de cerveza dispuestos en el Irlandés Errante a partir de las siete de la tarde, yo, aprovecho para dar un paseo relajante con Lourdes y mis perros, pero pronto recibo una foto de Nacho, Juanvi y Gaspar, con un plato de torreznos, tanto han insistido que al fnal lo han conseguido.


Y ahora tengo la sensación de que por fin, podré dormir tranquilo, espero volver a compartir con todos estos amigos la próxima edición, y la siguiente y la cuarta, para por un lado volver a vivir esta estupenda experiencia, y por otro, poder completar todos los tramos de la ruta, será como hacer el camino de Santiago a tramos. Felicidades organización, lo habéis conseguido.

Santiago León
Socio Fundador Club Canicross Guadalajara